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El glucógeno (página 2)




Enviado por rivadeneyra2002



Partes: 1, 2

En los animales, la digestión del almidón
y del glucógeno empieza en la boca, con la acción
de la alfa-amilasa que se secreta en la saliva. Esta enzima rompe
con los enlaces internos alfa 1-4 de ambos polímeros. En
el intestino, la digestión continúa, facilitada por
la alfa- amilasa secretada por el páncreas. Esta enzima
degrada la amilosa a maltosa y un poco de glucosa. Sin embargo,
solo degrada parcialmente la amilopectina y el glucógeno,
porque no es capaz de romper los enlaces alfa 1,6 que se
encuentran en los puntos de ramificación. El producto de la
digestión completa de la amilopectina o del
glucógeno por la alfa-amilasa se denomina dextrina
límite,
para continuar su degradación es
necesaria la acción de una "enzima desramificante", la
alfa 1-6 glucosidasa (también llamada isomaltasa). Esta
acción expone un nuevo grupo de
ramificaciones con enlaces alfa 1-4, que pueden ser atacadas por
la alfa-amilasa, hasta alcanzar una nueva serie de ramificaciones
con enlaces alfa 1-6.

El resultado final de la acción secuencial de
estas dos enzimas es la degradación completa del
almidón o glucógeno a maltosa y algo de glucosa. La
maltosa se rompe hidrolíticamente por la maltasa, dando 2
moléculas de glucosa, que se absorbe a continuación
al torrente circulatorio y se transporta a los diversos tejidos para su
utilización. (7)

(7) Mathews, Christopher K. , Van Holde, K.E.
"Bioquímica". 1998. 1a. edición.
Editorial: Mc Graw Hill –Interamericana. Madrid, España.
Página 522.

 

1.2. Movilización del
Glucógeno:

Las principales reservas de glucógeno de los
vertebrados se encuentran en el músculo esquelético
y en el hígado. La degradación de estas reservas en
energía utilizable, o movilización del
glucógeno, requiere las rupturas fosforolíticas
secuenciales de los enlaces alfa 1-4, catalizadas por la
glucógeno fosforilasa. En las plantas, el
almidón se moviliza de manera similar por la acción
de la fosforilasa del almidón. Ambas reacciones liberan
glucosa 1- fosfato a partir de los extremos no reductores del
polímero de glucosa. La reacción de ruptura
está ligeramente desfavorecida en condiciones
estándar pero las concentraciones intracelulares
relativamente elevadas de fosfato inorgánico hacen que
esta reacción opere in vivo casi exclusivamente en
la dirección de degradación, en vez de
en la dirección de síntesis.

Al igual que la alfa-amilasa, las fosforilasas no son
capaces de romper más allá de los puntos de
ramificación alfa 1-6, de hecho, la ruptura se detiene a
los cuatro residuos de glucosa de un punto de
ramificación. El proceso
desramificador requiere la acción de una segunda enzima
llamada "desramificante" (alfa1-4 glucantransferasa), la cual
cataliza dos reacciones. En primer lugar, está la
actividad transferasa, en la que la enzima elimina tres de los
residuos de glucosa restantes y transfiere este
trisacárido intacto al extremo de alguna
ramificación externa.

A continuación, el residuo de glucosa que queda
unido aún a la cadena por un enlace alfa 1-6 se rompe por
la actividad alfa 1-6-glucosidasa, que posee la misma enzima
desramificadora. Ello da lugar a una molécula de glucosa
libre y una ramificación de tres residuos de glucosa con
enlaces alfa 1-4, esta ramificación que ha quedado ahora
expuesta puede ser atacada por la fosforilasa. El resultado final
de la acción de estas dos enzimas es la degradación
completa del glucógeno a glucosa 1- fosfato (el producto final
de la glucosa).

La importancia de almacenar energía de los
hidratos de carbono en
forma de un polímero altamente ramificado puede radicar en
la necesidad del animal de generar energía de manera muy
rápida, tras los estímulos apropiados. La
glucógeno fosforilasa ataca los enlaces
exoglucosídicos, es decir, rompe de manera secuencial a
partir de los extremos no reductores. Cuantos más extremos
de este tipo existen en un polímero con mayor rapidez
puede movilizarse.

Para metabolizarse mediante la glucólisis, la
glucosa 1- fosfato producida por la acción de la
fosforilasa debe convertirse en glucosa 6-fosfato. Esta
isomerización la lleva a cabo la fosfoglucomutasa. Desde
el punto de vista de su mecanismo, esta reacción es
similar a la de la fosfoglicerato mutasa, excepto que en la
fosfoglucomutasa hay una fosfoserina en vez de una fosfohistidina
en la enzima que reacciona con el sustrato.

La serina que lleva el grupo fosfato es excepcionalmente
reactiva, como indica el hecho de que la fosfoglucomutasa, como
la quimotripsina y otras proteasas de serina, se inhibe de forma
irreversible por el diisopropilfluorofosfato.

Ambos procesos dan
lugar a formas fosforiladas de glucosa,que no pueden salir de las
células
hepáticas. La conversión de glucosa libre se
realiza mediante la acción de la glucosa
–6-fosfatasa, que hidroliza la glucosa-6.fosfato a glucosa
y ortofosfato. Esta enzima está presente también en
el riñón y en el intestino. En cambio, el
glucógeno muscular se utiliza principalmente como fuente
de glucosa-6-fosfato para el catabolismo en las células
musculares.

En consecuencia, en el músculo no hay
glucosa-6-fosfatasa, como tampoco la hay en el cerebro, que
depende casi exclusivamente de la glucosa de la sangre como
principal fuente de energía. Ello garantiza que la
glucosa-6-fosfato formada a partir del glucógeno no
difunda hacia el exterior de estas células, puesto que,
como se ha indicado antes, los azúcares fosfato no
atraviesan con facilidad las membranas celulares.(7)

1.3 Síntesis
del Glucógeno Hepático:

(6) Lynch,M.J., Rápale, S.S., Mellor, L.D.,
Spare, P.D., Inwood, M.J.H. "Métodos de
Laboratorio"
1991. Tercera edición.
Editorial: Interamericana, México,D.F. Página
554

La síntesis de glucógeno tiene lugar
durante la fase posprandial de absorción, cuando la
concentración de glucosa en la vena porta es superior a
150 mg/100ml, y en general cerca de 180mg/100ml durante la
absorción activa. Se cree que no hay barrera para la
entrada libre de glucosa a los hepatocitos; durante dicha fase de
absorción, entran pues a las células del
hígado grandes cantidades de glucosa. Este fenómeno
inicia la síntesis de la enzima hepática
específica de la fosforilación de glucosa llamada
glucocinasa. Lo mismo hace la insulina, en tanto que el ayuno o
la falta de insulina detienen la síntesis de glucocinasa.
Sin embargo, la insulina desencadena un fenómeno de
competición por parte de los músculos estriados,
pues acelera la entrada de glucosa a las células de
éstos, donde interviene en la fabricación de
glucógeno. Es probable que, mientras se sintetiza
glucocinasa, la hexocinasa inespecífica fosforila la
glucosa en el hígado.

Pero el papel en
conjunto desempeñado por la hexocinasa es mucho menor que
el de la glucocinasa. Ambas enzimas transfieren fosfato del ATP
al carbono 6 de
la glucosa, pero el producto final (glucosa 6-fosfato) inhibe la
hexocinasa. Mientras dura la absorción, la elevada
cantidad de glucosa significa un alto nivel de glucocinasa, que
forma bastante glucosa 6-fosfato para invertir el equilibrio
habitual entre glucosa-1-fosfato y glucosa-6-fosfato, normalmente
de 19 a 1, que corresponde a la enzima fosfoglucomutasa. Cuando
se ha formado suficiente glucosa 6-fosfato para invertir este
ingrediente, se inicia la glucogénesis, apareciendo
glucosa 1-fosfato.

Luego la enzima transferasa de uridilo une el trifosfato
de uridina a la glucosa-1-fosfato, formando difosfato de uridina
y glucosa (UDPG). La unidad glucosilo del UDPG pasa enseguida al
glucógeno, al que se une por un enlace alfa-1-4 por
acción de la enzima sintetasa de glucógeno (llamada
también transglucosilasa
UDPG-glucógeno).

En particular, la sintetasa de glucógeno se
activa por desfosforilación, mientras que ocurre lo
contrario en el caso de la fosforilasa. Tal vez existan
relaciones mutuas entre la fosforilación y
desfosforilación de estas dos enzimas, de manera que al
activarse una, se inactiva otra, y viceversa. La
activación de sintetasa de glucógeno aumenta por
efecto de la insulina.

La sintetasa de glucógeno fija unidades de
glucosilo a las ramas externas del glucógeno, mediante
enlaces 1,4 únicamente. Después de añadir de
esta manera de 7 a 21 unidades de glucosilo, otra enzima, llamada
"de ramificación" (transglucosidasa de amilo 1, 4, 1,6)
transfiere algunas de estas unidades y las dispone como
ramificaciones, mediante enlaces 1,6 sobre la misma cadena o
sobre otra. De esta manera, se obtiene una molécula
compacta ramificada; de no ser así, se obtendría
una forma alargada, desparramada, parecida a la de un sauce
llorón.

Sin embargo, Hers (1964) señala que en el
organismo intacto las concentraciones relativas de fosfato
inorgánico y de glucosa-1-fosfato de glucosa son tales que
la fosforilasa sólo desdobla el glucógeno, y su
función
de síntesis se traduce mas bien por remodelado de la
molécula.

2. Catabolismo del
Glucógeno (glucogenólisis):

La glucogenólisis aumenta en el músculo
varios cientos de veces inmediatamente después del
comienzo de la contracción. Esto comprende la
activación rápida de la fosforilasa causada por la
activación rápida de la fosforilasa cinasa por el
calcio, la misma señal que inicia la contracción.
La fosforilasa cinasa muscular tiene cuatro tipos de subunidades:
alfa, beta gamma y delta, en una estructura
representada como (alfa-beta gamma-delta).

Las subunidades alfa y beta contienen residuos de serina
que son fosforilados por la proteincinasa dependiente de AMPc. La
subunidad beta fija 4 iones calcio y es idéntica a la
proteína fijadora de calcio, calmodulina. La
fijación del calcio activa el sitio catalítico de
la subunidad gamma en tanto que la molécula permanece en
la configuración b desfosforilada. Sin
embargo, la forma a fosforilada sólo es
activada en forma total en presencia de calcio. En un hecho
significativo que la calmodulina sea análoga en estructura a
la TpC, la proteína fijadora de calcio en el
músculo. Una segunda molécula de calmodulina o de
TpC puede interactuar con la fosforilasa cinasa, aumentando la
activación. Por lo tanto la activación de la
contracción muscular y de la glucogenólisis son
realizadas por la misma proteína fijadora de calcio, que
asegura su sincronización (9).

Las enzimas que participan en la glucogenólisis
son:

2.1 a) Fosforilasa: Es la enzima más
importante para el desdoblamiento del glucógeno. Rompe el
enlace 1,4 de la unidad de glucosilo del extremo de una rama o
cadena de glucógeno, y cataliza simultáneamente la
transferencia del glucosilo liberado a un fosfato
inorgánico. De esta manera, la fosforilasa puede desdoblar
casi la tercera parte de la molécula de glucógeno
en glucosa 1-fosfato. Lo que queda de la molécula de
glucógeno después de que la fosforilasa ha ejercido
su efecto máximo se llama "dextrina
límite".

La fosforilasa hepática se activa por
transfosforilación (del ATP), debida a la enzima cinasa de
desfosfofosforilasa, en presencia de magnesio. Esta
activación es acelerada varias veces por el monofosfato
cíclico de adenosina (AMP, o fosfato de 3,5-ribosa-adenina
cíclica). El AMP se forma a partir del ATP por efecto de
la enzima ciclasa de adenilo, que se encuentra en las membranas
celulares. El glucágon y la adrenalina triplican la
formación de AMP, por lo tanto, activan así la
fosforilasa hepática, lo que explica su potente efecto
glucogenolítico.

2.2. b) Fosforilasa del Músculo: Esta
enzima difiere de la fosforilasa hepática por varias
razones, principalmente porque existe en dos formas, las
variedades a y b. La fosforilasa
a del músculo (P.M. 495 000) es un
dímero de b, y contiene cuatro unidades de fosfato
de piridoxal por molécula, en tanto que la variedad
b sólo contiene dos.

Las dos variedades presentan transformaciones mutuas. En
el músculo en reposo predomina ampliamente la fosforilasa
b; se activa y convierte en fosforilasa
a por efecto de la cinasa de fosforilasa
b, activada a su vez por el AMP cíclico.
Puesto que la adrenalina (pero no el glucágon) aumenta
considerablemente la formación de la AMP cíclico en
el músculo, esta hormona aumenta la actividad de las
fosforilasas del músculo e hígado, mientras que la
acción del glucágon sólo se ejerce sobre el
hígado.

En reposo, el AMP cíclico del músculo no
basta para activar la fosforilasa, pero el ejercicio muscular y
la anaerobiosis probablemente aumentan localmente la
concentración del adenilato cíclico.

2.3 Enzima de desramificación (glucosidasa
de 1,6 –amilo):

Puesto que la fosforilasa sólo ataca los enlaces
1,4 glucosídicos, deja de actuar cuando llega a un punto
de ramificación. Cori y Larner (1951) dedujeron que la
fosforólisis de las principales cadenas externas se
detiene a varias unidades glucosílicas de distancia de un
punto de ramificación; pero en el caso de las ramas
laterales, prosigue hasta que sólo queda la unidad de
glucosilo fijada por el enlace 1,6. La molécula de
glucógeno "deshojada" o podada por la fosforilasa se llama
"dextrina límite".

En este punto, la enzima de desramificación ataca
el enlace 1,6 en cuestión, liberando unas moléculas
de glucosa por cada punto de ramificación, lo que permite
que vuelva a actuar la fosforilasa. En teoría
cuando menos, estas intervenciones sucesivas de fosforilasa y
enzima de desramificación pueden llevar el
glucógeno al estado de
cadena basal solamente, lo que se podría llamar el tronco;
se puede producir así de 92 a 93% de glucosa 1-.fosfato y
de 7 a 8% de glucosa libre.

2.4 Glucotranferasa de oligo 1,4
——–1,4:

Walker y Whelan ya sospechaban la presencia de esta
enzima como contaminante en los preparados de glucosidasa de 1-6
amilo. En diversos análisis efectuados se obtuvieron
resultados que hasta la fecha sugieren que la acción de la
fosforilasa sobre las cadenas terminales se detiene a cuatro
unidades de glucosilo de distancia de un punto de
ramificación. En esta etapa (dextrina límite), la
mayor parte de las cadenas externas "desprendidas" de la
molécula parecen formadas por cuatro unidades alfa-
1,4-glucosilo, a partir de un punto de ramificación. Se
cree que la glucotransferasa de oligo- 1,4 ———1,4, pasa
tres de estas unidades al extremo de otra cadena; por
consiguiente, la fosforilasa puede volver a actuar sobre la
cadena, ya más larga, y la enzima de
desramificación puede atacar el enlace 1,6 en el punto de
ramificación.

2.5 Alfa amilasas:

Olivarría y Torres (1962) demostraron que la
alfa-amilasa del hígado podía atacar el
glucógeno mediante: 1) Producción de oligosacáridos de
cadena recta, como maltotriosa y maltotetrosa, a partir de las
ramas externas del glucógeno, y 2) Liberación de
sacáridos ramificados y de maltosa, desde el interior de
la molécula. Existen varias maltasas (glucosidasas alfa
1,4) para transformar estos productos en
glucosa. Sin embargo, todavía se ignora la importancia de
la vía alfa-amilasa-oligosacárido maltasa en el
catabolismo del glucógeno.

2.6 Glucógeno de lisosomas:

Los lisosomas poseen un conjunto de enzimas capaces de
hidrolizar prácticamente cualquier componente del
citoplasma que contienen entre otras, fosfatasa ácida,
RNAasa, DNAasa, catepsina, beta-glucoronidasa, sulfatasa de
arilo, beta-N-acetilglucosaminidasa, beta-galactosidasa y
alfa-1,4(glucosidasa).

La función de esta última enzima en el
metabolismo celular normal no se conoce todavía, pero la
falta de maltasa ácida de lisosomas en la enfermedad de
Pompe tiene como consecuencia el almacenamiento de
glucógeno en acúmulos limitados por membranas
(lisosomas). (6)

3. Cascada amplificadora
de la degradación del glucógeno, estimulada por
adrenalina:

Este proceso se
inicia cuando la adrenalina estimula la degradación del
glucógeno en el hígado para convertirse a glucosa,
originando una serie de reacciones de amplificación
(cascada amplificadora), con lo cual se eleva la
concentración de glucosa sanguínea. El mecanismo se
lleva a cabo como sigue:

(5) Lehninger,Albert L. "Bioquímica. Las Bases Moleculares de la
Estructura y Función Celular".
1991. 2da.
Edición. Editorial: Ediciones Omega S,A. Barcelona.
Página 824

La adrenalina que llega a la superficie de la célula
hepática en una concentración de

10-8 a 10-10 M, se une a los
centros receptores específicos de la adrenalina de la
superficie exterior de la membrana de las células
hepáticas. Se cree que esta unión provoca un
cambio de
conformación local en la membrana que origina la
activación de la adenilato-ciclasa localizada sobre la
superficie interior de la membrana celular. La forma activa de la
adenilato-ciclasa convierte al ATP en AMP cíclico, que
puede llegar hasta una concentración cumbre de
10-6 M en el interior celular.

El AMP cíclico así formado se une entonces
a la subunidad reguladora de la proteína-quinasa,
liberando a su subunidad catalítica en una forma activa.
La subunidad cataliza a continuación, la
fosforilación de la forma inactiva de la
fosforilasa-quinasa a expensas del ATP, para producir la
fosforilasa-quinasa activa. Esta enzima, que requiere de calcio
para su actividad, cataliza entonces la fosforilación de
la fosforilasa b inactiva a expensas del ATP,
rindiendo fosforilasa a activa, la cual, a su vez,
provoca la degradación catalítica del
glucógeno a glucosa-1-fosfato a partir de la cual, se
forma glucosa 6-fosfato y después, la glucosa libre de la
sangre. Cada una de las etapas de esta cascada es
catalítica, y su conjunto acaba en una gran
amplificación de la señal que ingresa, esto es, en
la unión a la superficie del hepatocito de un
número relativamente pequeño de moléculas de
adrenalina. A pesar de que la cascada consta de muchas etapas de
unas enzimas actuando sobre otros, puede alcanzar su
máxima actividad en cuestión de segundos. La
adrenalina no sólo estimula la degradación de
glucógeno, sino que también inhibe la
síntesis del mismo en el hígado, digiriendo
así todos los restos de glucosa disponibles y sus
precursores hacia la producción de glucosa libre.

La fijación de la adrenalina a la célula
hepática y la subsiguiente formación de AMP
cíclico promueve la fosforilación por la
proteína-quinasa de la forma activa, o de desfosfo, de la
glucógeno-sintasa, transformándola en la forma
inactiva fosforilada. Seis restos de serina de la molécula
de glucógeno-sintasa se fosforilan a expensas del ATP.
Así, la inhibición de la glucógeno-sintasa
se verifica por una cadena de fenómenos "disparados" o
desencadenados por el mismo estímulo que provoca la
aceleración de la degradación de glucógeno a
glucosa sanguínea. Mientras se secreta adrenalina a la
sangre por parte de la médula suprarrenal, el sistema
hepático de la adenilato-ciclasa permanece activado,
manteniendo el AMP cíclico a gran concentración.
Sin embargo, en cuanto la secreción de adrenalina,
ésta de detiene la adrenalina unida a la membrana de
la
célula se desliga. Entonces ya no se forma AMP
cíclico, y el restante es destruido por la
fosfodiesterasa. Inmediatamente las subunidades de la
proteína-quinasa se reasocian formando un complejo que no
tiene actividad catalítica. La forma fosforilada de la
fosforilasa-quinasa experimenta desfosforilación, lo mismo
que la propia fosforilasa a, por la acción
de la fosforilasa-fosfatasa. De esta suerte el sistema
glucogenolítico es devuelto a su estado normal
de reposo; simultáneamente, la glucógeno-sintasa es
reactivada por desfosforilación. Aparte de su actividad en
el hígado, la adrenalina provoca la degradación de
glucógeno en el músculo esquelético, con
formación de lactato, gracias a la estimulación de
la glucógeno-fosforilasa vía AMP
cíclico.

La adrenalina también estimula una lipasa de las
células adiposas que degrada escindiendo los
triglicéridos, liberando ácidos
grasos ligados a la seroalbúmina. Este efecto se verifica
por estimulación de la adenilato-ciclasa y por
formación de la proteína-quinasa activa, la cual,
fosforila al parecer a un precursor inactiva de la lipasa activa
de los triglicéridos. Por otra parte, los característicos efectos de la adrenalina
sobre el ritmo y el rendimiento cardiacos son mediados por
receptores catecolamínicos específicos, así
como por la formación de AMP cíclico. Sin embargo,
el glucógeno del corazón no
se convierte en glucosa sanguínea, sino lactato. El
músculo cardiaco y el esquelético carecen de
glucosa-6-fosfatasa.

4. Funciones de las
reservas de glucógeno en el músculo y el
hígado:

El glucógeno constituye la principal fuente de
energía para la contracción del músculo
esquelético. Dado que el hígado obtiene la mayor
parte de su energía metabólica de la
oxidación de los ácidos
grasos, el glucógeno hepático tiene una
función muy distinta, como fuente de glucosa
sanguínea que se transporta a otros tejidos para su
catabolismo.

El hígado actúa fundamentalmente como un
"glucostato", sensor de las concentraciones de glucosa
sanguínea que ajusta en función de ello la
síntesis y degradación de glucógeno; gran
parte de esta regulación comporta el control de la
glucógeno sintasa y la fosforilasa. Para cumplir esta
función, el hígado contiene unas reservas de
glucógeno relativamente elevadas, desde un 2 a un 8% del
peso del órgano. En el hígado, la velocidad
máxima de síntesis y degradación de
glucógeno son aproximadamente iguales, mientras que en el
músculo la velocidad
máxima de glucogenólisis supera a la
síntesis de glucógeno en unas 300 veces. Aunque la
enzimología de la síntesis y degradación del
glucógeno es semejante en el hígado y el
músculo, el control endocrino
del hígado es bastante diferente. Las enzimas difieren
también estructuralmente. (7)

5.
Fisiopatologías del metabolismo del
glucógeno:

Las enfermedades relacionadas con el metabolismo del
glucógeno se denominan glucogenosis. Se han
descrito deficiencias congénitas de la mayoría de
las enzimas o transportadores del metabolismo de
glucógeno. En el caso de la fosforilasa, se han descrito
deficiencias que afectan a la enzima hepática o muscular
ya que se trata de proteínas
diferentes. Además, cuando son varios los
polipéptidos que forman una enzima , cada subunidad puede
estar afectada específicamente. Ello explica la existencia
de formas ligadas al cromosoma X y una forma autosómica de deficiencia de fosforilasa
b quinasa. En 1954, Cori inició la
numeración de estas enfermedades, de las que actualmente
se conocen hasta la IX. La multiplicidad de defectos que se han
descrito, demuestra que el glucógeno no es esencial para
la vida.

Por otra parte, está claro que las enfermedades
debidas a alteraciones enzimáticas diferentes pueden
cursar con manifestaciones clínicas similares. Los
órganos más afectados por las alteraciones de las
enzimas y el metabolismo del glucógeno son el
hígado y el músculo esquelético, dado que es
en ellos donde se almacena en una mayor proporción. Si la
deficiencia afecta a una enzima hepática (glucogenosis
tipos I, III, VI Y VIII) la sintomatología está
relacionada con la aparición de hipoglucemia, debido a la
incapacidad del hígado para liberar glucosa a partir de
glucógeno. Al mismo tiempo aparece
hepatomegalia y los hepatocitos adquieren una apariencia
arbórea. También es característico que los
pacientes no respondan a la
administración de glucagón, como hormona
hiperglucemiante. Los signos y síntomas clínicos
aparecen normalmente en estos pacientes entre el mes y el
año de vida y los más característicos son:
hipoglucemia, hepatomegalia, cara de muñeca, acidosis
láctica, hipertrigliceridemia, hipercolesterolemia,
pruebas
hepáticas anormales y osteoporosis.
Cuando la deficiencia enzimática afecta al músculo
(tipos V Y VII), los síntomas clínicos están
relacionados con la incapacidad de suministrar combustible
metabólico rápido para la contracción
muscular. Los síntomas son débiles y sólo
son aparentes en el joven al realizar ejercicios violentos. En
otras formas de glucogenosis (tipos II Y IV), los problemas
están relacionados con el acúmulo de
glucógeno en un compartimiento subcelular anormal (tipo
II) o con una estructura anormal (tipo IV).
(4,6,7,8,10)

5.1 Glucogenosis tipo I: Deficiencia de glucosa
6-fosfatasa (Enfermedad de von Gierke; glucogenosis
hepatorrenal):

Se da el nombre del investigador mencionado a esta
variedad, aunque no es seguro que el
caso estudiado por Von Gierke (1929) haya correspondido a
este tipo. Los primeros en demostrar una deficiencia de
glucosa6-fosfatasa en estos enfermos fueron Cori y
Cori en 1952. Todavía no se conoce la frecuencia
exacta pero quizá el tipo I represente casi 25% de todos
los casos de glucogenosis. La deficiencia se hereda con carácter
autosómico recesivo simple; o sea, los
padres de los enfermos son heterocigotos y pueden resultar
afectados otros hermanos. (3,4,6)

5.1.1 Manifestaciones clínicas:

Suele existir una gran hepatomegalia, especialmente en
los niños,
a veces desde el nacimiento. En general, también hay
hipertrofia de los riñones, aunque como regla, queda
enmascarada por hepatomegalia. Pueden presentarse signos de
hipoglucemia grave en las primeras horas o días de la
vida, o en época más tardía; a veces no
ocurren nunca. Otra manifestación inicial relativamente
frecuente es una grave acidosis en las primeras horas o
días. Al parecer, algunas familias que presentan este
trastorno tienden a manifestar síntomas de hipoglucemia y
otras no. Pero en general, los niños y
lactantes con glucogenosis de tipo I muestran una notable
"resistencia" o
"falta de sensibilidad" a la hipoglucemia., incluso se
llegó a decir que "se acostumbraban a cifras bajas de
glucosa en sangre". Quizá la explicación de esta
observación sea que los cerebros de estos
enfermos utilizan algún substrato distinto de la glucosa.
El crecimiento del pelo es lento, pero se conservan las
proporciones entre las distintas partes del cuerpo y el
niño va alcanzando con cierto retraso etapas normales del
desarrrollo. El trastorno del crecimiento se puede deber a la
utilización de ácidos aminados para la
formación de glucosa, pues la hipoglucemia constituye un
estímulo casi constante para la gluconeogénesis. La
hipoglucemia explica la frecuencia de sudoración excesiva
(hipersuprarrenalismo), y puede dar lugar a un
hipercorticosuprarrenalismo ligero. Es probable que explique
además la tendencia habitual a la obesidad,
más notable en mejillas "cara de muñeca", mamas,
nalgas y superficies posteriores de brazos y muslos. Los xantomas
papulares amarillos anaranjados que pueden aparecer sobre los
miembros son manifestaciones secundarias de hiperlipemia. Se ha
querido explicar por trombopatía (Hers, 1964) una
tendencia relativamente frecuente a formación de
hematomas, epistaxis, etc. No es raro un cierto grado de anemia,
que no se ha explicado satisfactoriamente; también pueden
presentarse bruscas crisis de
acidosis graves y a veces mortales. (3,4,6,8,10)

5.1.2 Datos de
laboratorio:

Después de un periodo de ayuno (de cuatro a seis
horas), estos pacientes suelen mostrar hipoglucemia pronunciada,
con cifras sanguíneas de glucosa verdadera entre 50 y 0
mg/100ml. Sintetizan y desdoblan normalmente el glucógeno,
pero al no poder producir
glucosa libre a partir de glucosa-6-fosfato, 93% de su
glucógeno hepático resulta inaprovechable para el
mantenimiento
de la glucemia. Por la misma razón, la respuesta al
glucagon (0.02 a 0.1mg/kg de peso corporal) por vía
intravenosa o intramuscular, y a la adrenalina (30 microgramos
ó 0.03ml de una dilución al 1 por 1000 por kg) por
vía subcutánea, falta por completo, o es menor que
la normal (aumento de 50% de la glucemia en ayunas en un plazo de
20 a 30 minutos). Sin embargo, como la enzima de
desramificación puede liberar de 7 a 8% del
glucógeno almacenado como glucosa libre, los pacientes con
enfermedad de Von Gierke que se alimentan bien y no llegan
a sufrir periodos de ayuno pueden presentar una respuesta ligera
o moderada en los estudios con glucagon o adrenalina. Ambas
pruebas producen un aumento considerable de lactato en sangre,
pues la glucosa 6-fosfato debido a la glucogenólisis pasa
a la vía glucolítica. Esta producción de
lactato puede desencadenar la acidosis, descendiendo el pH
plasmático y el contenido de bióxido de carbono
hasta el punto de que se deba administrar bicarbonato de sodio
(2meq/kg). También aumenta el piruvato sanguíneo,
pero en menor proporción. Es frecuente la hiperuricemia, y
se ha visto que podía producir en estos enfermos un cuadro
de gota, atribuible a la menor depuración renal de
ácido úrico a consecuencia de la cifra elevada de
lactato en sangre. La ingestión frecuente de alimentos tiende
a mantener dentro de los límites
normales los niveles sanguíneos de lactato, piruvato y
ácido úrico, pues en estas condiciones la enzima de
desramificación permite conservar cifras de glucemia casi
normales. Es habitual la hiperlipidemia. Los lípidos
totales suelen encontrarse entre 0.8 y 2g/100ml, y pueden ser
mucho más altos. Se elevan por los ácidos grasos
libres, triglicéridos y colesterol del plasma.La
aparición brusca de acidosis peligrosa en estos pacientes,
se debe al aumento de la glucogenolisis, con utilización
en el ciclo de Embden-Meyerhoff de la glucosa 6-fosfato
resultante, que tiende a ocurrir en caso de inanición.
Puede haber acetonemia y acetonuria en estas crisis
acidóticas, o no.

Al realizar un hemograma se encuentran las plaquetas
aumentadas.(2,6).

5.1.3 Pruebas especiales:

Todas las observaciones antes mencionadas, son
inespecíficas. Por ejemplo, la falta de respuesta normal
al glucágon o la adrenalina podría deberse al
agotamiento del glucógeno hepático, o a una
deficiencia de fosforilasa o de enzimas de
desramificación.

  • Prueba de tolerancia a la
    galactosa. La galactosa se transforma rápidamente en
    glucosa 1-fosfato; éste, en un sujeto en ayunas, da
    lugar a glucosa sanguínea libre, en presencia de una
    fosfoglucomutasa y una glucosa- 6- (fosfatasa) normales. Se
    realiza la prueba después de cuatro a seis horas de
    ayuno, por inyección intravenosa de 1.0 g de galactosa
    por kg. De peso, bajo la forma de solución al 25%, en
    dos o tres minutos. Se toman muestras de sangre antes de la
    inyección y a los 10, 20, 30, 40, 50 y 60 minutos de
    ésta. En los sujetos normales, la glucosa en sangre
    empieza a aumentar a los 10 minutos de la inyección, y
    casi no cambia el lactato sanguíneo. En la deficiencia
    de glucosa-6-fosfatasa, la glucosa sanguínea no aumenta
    después de la inyección de galactosa, pero el
    lactato en sangre se eleva mucho en 20 a 30
    minutos.
  • Prueba de la fructosa de Hers y Malbrain: Se basa en
    el mismo principio que la prueba de Schwartz. Sin embargo, en
    teoría, la prueba de la fructosa
    debería constituir un mejor índice, pues este se
    transforma en glucosa 6-fosfato, sin que intervenga la
    fosfoglucomutasa. Pero en la práctica no se conocen
    casos relacionados con esta particularidad, pues una
    deficiencia de fosfoglucomutasa, que desempeña, en la
    síntesis y el desdoblamiento de glucógeno,
    funciones de
    "placa giratoria", con toda probabilidad
    resultaría incompatible con la vida. La técnica
    de la prueba de la fructosa es igual que la mencionada para la
    galactosa, pero la dosis es de 0.5 g de fructosa por Kg de peso
    corporal. Sin embargo, la prueba de la fructosa podría
    entrañar un mayor peligro de acidosis, tal vez por la
    utilización brusca de una gran cantidad de glucosa 6-
    fosfato por la vía de la glucólisis.
    (1,2,4,6).

5.1.4 Otras características:

En la enfermedad de von Gierke , puede observarse
una respuesta hiperglucémica exagerada, con normalización tardía, en las pruebas
de tolerancia a la
glucosa. Muchas veces resulta bajo el fosfato inorgánico
del suero, lo que junto, con la acidosis, podría explicar
en parte la observación frecuente de una leve falta de
osificación del esqueleto. Una gran infiltración de
glucógeno en las células epiteliales del
túbulo renal (síndrome de tipo Arman-Ebstein)
podría producir cierto grado de aminoaciduria
inespecífica. (6).

5.1.5 Diagnóstico específico:

Sólo se puede establecer por estudios
enzimáticos sobre cualquiera de los tres tejidos en los
cuales existe normalmente glucosa-6-fosfatasa: hígado,
riñón y mucosa del intestino delgado. Con mucho,
resulta preferible el hígado. Basta una punción
biopsia bien hecha en la medición de la glucosa-6-fosfatasa, pero
para un análisis completo se requiere casi 1.0g de
tejido. En condiciones ideales, debería estudiarse
también una biopsia de músculo en todas las
glucogenosis. Se quita el exceso de sangre de las muestras
tocándolas con un disco de papel filtro.
Nunca debe ponerse en solución alguna una muestra de tejido
destinada al estudio de glucógeno o enzimas relacionadas;
tampoco se debe lavar, ni siquiera en solución salina.Las
muestras de biopsia se colocan sin tardanza en un recipiente de
vidrio seco,
limpio, hermético, y se congelan de inmediato con hielo
seco o nitrógeno líquido. En las muestras
congeladas, es posible estudiar las enzimas varias semanas o
meses más tarde si existe el necesario, se pueden fijar
las muestras para estudios de histoquímica y de
microscopía electrónica; además, se pueden
realizar cortes sobre tejido fresco, para el estudio de la
glucosa. El hígado contiene de 5 a 10% de su peso
húmedo de glucógeno, y esta sustancia no alcanza
niveles tan altos como en la dextrinosis límite. El
constante estímulo para la gluconeogénesis,
incluyendo el desdoblamiento del glucógeno a lactato,
quizá explique la composición de glucógeno
en hígado, a pesar de la hipoglucemia y del mayor
estímulo para la glucogenolisis en estas condiciones.
Además la glucosa-6- fosfato estimula la sintetasa de
glucógeno, aunque no se sabe con exactitud si existe un
exceso de glucosa- 6- fosfato en los hígados de los
pacientes con enfermedad de von Gierke. En general,
aumenta el contenido de grasa del hígado, y puede alcanzar
hasta 8% del peso húmedo: esto se atribuye a mayor
lipogénesis. Las biopsias muestras a veces
células llenas de grasas, pero la mayor parte de los
hepatocitos presentan una vacuolación "fenestrada" de
glucógeno. La composición y estructura del
glucógeno existente son normales. (1,6).

5.2 Glucogenosis de tipo II: Falta de maltasa
ácida (Deficiencia de alfa-1,4-glucosidasa ácida;
enfermedad de Pompe; enfermedad de almacenamiento de
glucógeno lisosómico; glucogenosis
generalizada):

La glucogenosis tipo II se debe a la deficiencia de la
alfa-glucosidasa ácida, lo que origina el acúmulo
de glucógeno en vacuolas derivadas de los
lisosomas en casi todos los tejidos. Este fue el primero de los
errores metabólicos congénitos lisosómicos
descritos. La existencia de cardiomegalia, que se ha considerado
como una de sus características, no está presente
siempre. Aunque prácticamente todas las células se
afectan, las alteraciones funcionales son más patentes en
el corazón,
el músculo esquelético y el sistema nervioso.
Aparecen varias formas: infantil, juvenil y adulta.
(3,4,6)

5.2.1 Manifestaciones clínicas:

Los niños que sufren enfermedad de Pompe suelen
ser normales al nacer; pero casi siempre muestran signos
patológicos entre el primero y el quinto mes de la vida, y
con pocas excepciones, el desenlace fatal sobreviene en el primer
año. La acumulación progresiva de glucógeno
en los músculos produce debilidad cada vez mayor, hasta
sospechar amiotonía congénita. Por las mismas
razones puede presentarse macroglosia, que junto con las
alteraciones del sistema nerviosos central, contribuye a dar la
impresión de deficiencia mental. El llenado físico
por glucógeno de las células musculares explica la
debilidad, que puede aumentar a consecuencia de anomalías
neuronales. La debilidad de los músculos respiratorios
explican la diseña y la cianosis, y finalmente la
bronconeumonía, que con frecuencia es causa de muerte. Aunque
suele observarse cierto grado de cardiomegalia (la víscera
puede tener un tamaño de dos a cinco veces superior al
normal) se conocen casos en los cuales el corazón no
había crecido. Cuando existe cardiomegalia, no se
acompaña de soplos ni otros signos, aunque conduce
generalmente a una muerte temprana por una combinación de
bronconeumonía e insuficiencia cardiorrespiratoria. El
hígado crece ligera o moderadamente, y a veces escapa al
examen clínico. (4,6).

5.2.2 Características
bioquímicas:

Las mediciones químicas en sangre, como glucosa,
tolerancia a la glucosa, lactato, piruvato, lípidos,
pH, acetona,
respuesta al glucágon y adrenalina, y pruebas con
galactosa y fructosa intravenosas, son normales. La
tinción con ácido
peryódico-Schiff

de frotis de sangre periférica fijados con
alcohol
permite observar grandes cantidades de glucógeno en los
leucocitos. En un caso se demostró que no existía
alfa-glucosidasa en los leucocitos.

Entre otros análisis encontramos:

  • Hemograma.- Cifras normales, pero leucocitos cargados
    de glucógeno.
  • Química hemática.- No hay
    alteración de glucemia basal ni tras sobrecarga. CPK
    disminuida.
  • Orina.- Cetonuria negativa.
  • Biopsia muscular.- Hallazgo típico,
    especialmente en la histoquímica, déficit de
    maltasa ácida. (1,4,6).

5.2.3 Anatomía
patológica:

En 1963, estudiando tejidos que procedían de
cinco pacientes, Hers demostró que faltaba la
alfa-glucosidasa ácida en hígado, corazón y
músculo estriado, en ese mismo año, Lejeune y
colaboradores demostraron que esta enzima, que hidroliza la
maltosa, los oligosacáridos de cadena recta y las cadenas
externas del glucógeno hasta producir glucosa, y cuyo pH
óptimo es de 4, se encontraba en los lisosomas. Luego, el
grupo de Louvain demostró que en la enfermedad de Pompe,
el almacenamiento excesivo de glucógeno corresponde, en
todas las células, a vesículas citoplásmicas
limitadas por membranas únicas, de forma irregular y
tamaño variable (hasta 8 micras), que interpretaron como
lisosomas deformados. Este interesantísimo descubrimiento
no explica por completo la naturaleza de la
enfermedad de Pompe. Quizá los lisosomas "engullen"
normalmente glucógeno, junto con organelos
citoplásmicos gastados o sobrantes, y en la enfermedad de
Pompe se acumule gradualmente glucógeno en ellos. Sin
embargo, esto requiere además que los lisosomas normales
contengan alfa-1,6-.glucosidasa, pues la maltasa ácida por
sí sola no bastaría para desdoblar completamente el
glucógeno. Además, no se explica tampoco el aumento
de 500% de la actividad de fosfatasa ácida en el
hígado y el músculo de estos enfermos. El contenido
tisular de glucógeno suele ser mayor en la enfermedad de
Pompe que en cualquiera otra glucogenosis. Hers (1955)
encontró valores
medios
(respecto a peso húmedo) de contenido de glucógeno
en estos enfermos de músculo estriado 11%, músculo
cardiaco 6.5%, hígado 9%. En el hígado, resultan
afectados tanto los hepatocitos como las células de
Kupffer, y en las preparaciones habituales las vacuolas de
glucógeno tienen un aspecto más neto, regular,
redondo, de tipo gota de grasa, que en cualquiera otra variedad
de enfermedad por almacenamiento de glucógeno. Los cortes
de músculo casi no permiten identificar el tejido, y
sólo muestran miofibrillas muy separadas, en una red longitudinal de
vacuolas. Con cierta frecuencia existe también una
substancia basófila, que parece ser un
mucopolisacárido ácido. Las neuronas pueden
encontrarse muy hinchadas, y en las preparaciones habituales no
es posible distinguirlas de las que se observan en el caso de
enfermedades de Niemann-Pick o Tay-Sachs. En la enfermedad de
Pompe, no hay acumulación de glucógeno en los
núcleos. (2,6).

5.3 Glucogenosis tipo III: Deficiencia de amilo
1,6-glucosidasa (Enfermedad de Forbes; deficiencia de la
desramificación : dextrinosis límite):

Este tipo de glucogenosis aparece como consecuencia de
la deficiencia de la enzima desramificante y se le conoce
también como dextrinosis límite o enfermedad de
Forbes. Se caracteriza por la existencia de un glucógeno
de estructura anormal que se acumula en exceso en el
hígado y en los músculos. Durante los primeros
años es difícil distinguirla de una glucogenosis
tipo I pero con la edad la hepatomegalia llega incluso a
desaparecer. Los síntomas musculares aparecen en la edad
adulta y no en todos los pacientes. En 1953 Forbes estudió
una niña de 12 años y medio con una enfermedad de
almacenamiento de glucógeno en la cual el glucógeno
era anormal, en el sentido de mostrar ramas externas muy cortas.
Pensó en una deficiencia de enzima de
desramificación. (3,4,6).

5.3.1 Manifestaciones clínicas:

Clínicamente, esta enfermedad recuerda los casos
leves de deficiencia de glucosa-6-fosfatasa (tipo I). Se observan
hipoglucemia, acidosis, hiperlipemia y retraso del crecimiento,
pero ligeros. En los pacientes de tipo Forbes, la glucemia en
ayunas se encuentra entre 34 y 56mg/100ml, y el colesterol
sérico es vecino de 280 mg/100ml. Las biopsias de
hígado efectuadas cuando la enferma tenía 12
años de edad, mostraron aumento de grasas y cierta
proliferación del tejido fibrorreticular. La hepatomegalia
es generalmente muy notable, pero tiende a disminuir en la
adolescencia.
Al pasar el tiempo,
también, la dextrinosis límite parece hacerse menos
grave, y probablemente es compatible con una vida de
duración normal. (4,6,8,10).

5.3.2 Datos de
laboratorio:

Se observa una leve hipoglucemia en ayunas, y el lactato
sanguíneo no es tan alto como en los pacientes de tipo I.
La respuesta al glucágon o la adrenalina después de
un ayuno breve (de cuatro a seis horas) puede ser un poco menor
que la normal solamente, pero después de un ayuno de toda
la noche (de 12 a 14 horas), las respuesta es muy pequeña
o casi nula. En las pruebas con galactosa o fructosa intravenosa,
la respuesta es normal.

(1,2,4,6).

5.3.3 Anatomía
patológica:

Se depositan grandes cantidades de glucógeno en
el hígado (a veces más de 10% del peso
húmedo del órgano) y un poco menos en
músculos (generalmente entre 3 y 4%, y nunca más de
8%). Si se recoge glucógeno y se analiza, inmediatamente
después de la fase de absorción, los resultados son
normales; pero el glucógeno recogido después de 12
horas de ayuno muestra cadenas
externas muy cortas, con un aumento de 40 a 50% del número
de puntos de ramificación en relación con la
estructura normal ( de 7 a 8%). O sea, en estado de ayuno, estos
pacientes muestran reducción del glucógeno al
estado de dextrina límite, después de lo cual no se
puede desdoblar ya, por falta de enzimas de
desramificación. El diagnóstico definitivo requiere
estudios enzimáticos de hígado y músculo.
William y col. (1963) han descrito una deficiencia de enzima de
desramificación en los leucocitos de estos enfermos.
(8,6).

5.4 Glucogenosis tipo IV: Deficiencia de
glucosidasa de amilo-1,4-1,6 (Enfermedad de Andersen,
amilopectinosis, enfermedad por falta de
ramificación):

Esta variedad es muy rara, y sólo se han descrito
dos casos hasta la fecha. El enfermo de Andersen (1956) era un
niño de sexo masculino
de 11 meses, que mostraba hepatomegalia y ascitis, y murió
a los 17 meses. En las células del hígado y del
sistema reticuloendotelial, se encontraba un glucógeno
anormal, muy poco soluble en agua, que daba
reacciones de tipo amilopectina con el yodo. Analizando este
glucógeno, G. T.Cori encontró para las cadenas
internas y externas una longitud media de 21 unidades de
glucosilo (longitud normal de 11 a 13). A partir de esta
observación, Cori pensó en una deficiencia de
enzima de ramificación (no disponía de tejido para
estudios enzimáticos). En forma sorprendente, el
hígado sólo contenía 2.8% de
glucógeno, y no había exceso de esta sustancia en
el músculo. No se sabe por qué una cantidad
relativamente tan pequeña de glucógeno anormal
puede producir cirrosis hepática, pero se piensa en una
acción irritante debida a la falta de solubilidad. La
presencia de glucógeno anormal en células
reticuloendoteliales sugiere fagocitosis a partir del plasma,
pero se requeriría además deficiencia de
alfa-amilasa del plasma. Aunque se desconoce la base genética
de esta enfermedad, un hermano del enfermo estudiado por Andersen
había muerto antes con un cuadro semejante.
(3,4,6).

5.4.1 Datos de laboratorio:

*Hemograma.- Leucocitosis ocasional. Carencia de
amilo-1,4-1,6-transglucosidasa en los leucocitos. Anemia
discreta.

*Química
hemática.-Curva de glucemia plana tras adrenalina o
glucagón.

*Pruebas funcionales hepáticas.- A menudo
alteradas

*Biopsia hepática.- Típica,
glucógeno anormal amilopectoideo. Déficit de la
enzima circulante. (1,2)

5.5 Glucogenosis tipo V: Deficiencia de
miofosforilasa (Enfermedad de McArdle):

La primera observación sobre esta enfermedad fue
realizada por McArdle en un joven que tras realizar ejercicio
suave mostraba fuertes dolores, debilidad y rigidez muscular. Por
el contrario, el lactado sanguíneo en lugar de elevarse,
como es lo normal, descendía y su elevación en
respuesta a la adrenalina era inferior a la normal. Estos hechos
llevaron a sospechar que el paciente no podía convertir el
glucógeno en lactato, demostrándose posteriormente
que existía una deficiencia de fosforilasa muscular. Por
el contrario, el hígado es normal y no aparece
hipoglicemia. Las características clínicas
principales de la glucogenosis de tipo V son intolerancia al
ejercicio, mioglobinuria, fallo renal, debilidad muscular,
elevación de la creatina quinasa y electromiograma anormal
en reposo. Es frecuente la aparición de calambres y
contracturas en la segunda o tercera década de la vida.
(3,4)

5.5.1 Datos de laboratorio:

Química hemática.- No aumenta la
lactocidemia, ni la piruvicemia por esfuerzo, creatinfosfoquinasa
y aldolasa elevadas.

Orina.- Mioglobinuria de esfuerzo.

Biopsia muscular.- Deficiencia de fosforilasa a y b,
total o parcial. (1,2,6)

5.6 Glucogenosis tipo VI: Deficiencia de
fosforilasa del hígado (Enfermedad de Hers):

Esta enfermedad fue descrita en 1959 por Hers, que
había estudiado un año antes tres pacientes con
enfermedad hepatomegálica de almacenamiento de
glucógeno, viendo que en estos hígados sólo
existía 25% de la actividad normal de fosforilasa. Desde
entonces, Hers ha estudiado otros muchos casos similares, y
concluye que se trata probablemente de enfermedades de
almacenamiento de glucógeno; representaría hasta 30
a 35% de todos los casos. Es importante señalar que en
ninguno de los pacientes estudiados faltaba por completo la
fosforilasa hepática; el nivel más bajo era del
orden de 10 a 15% de la cifra normal (3,4)

5.6.1 Fosforilasa de leucocitos:

Se ha encontrado que en los pacientes de tipo VI, es muy
baja la actividad de fosforilasa en leucocitos de sangre
periférica. También se ha demostrado que las madres
de los niños enfermos presentan también una menor
actividad de fosforilasa de leucocitos, pero sin manifestaciones
patológicas. (6).

5.6.2 Manifestaciones clínicas:

Clínicamente, la glucogenosis de tipo VI es una
enfermedad leve, con pronóstico excelente. La hipoglucemia
en ayunas generalmente no pasa de 50 mg/100ml. Asimismo, no son
muy pronunciadas la cetoacidosis, lacticacidemia, hiperlipemia y
efectos sobre el crecimiento. La hepatomegalia es algo más
notable, cuando menos en los primeros años. La respuesta
al glucágon o la adrenalina es variable (desde una
importante deficiencia hasta cifras casi normales). La administración por vía intravenosa
de galactosa o fructosa va seguida de una respuesta
hiperglucémica normal. La estructura del glucógeno
que se almacena es normal también. El diagnóstico
definitivo sólo se puede establecer por estudios directos
de hígado y músculo. (4)

5.6.3 Datos de laboratorio:

Sangre.- Hiperlipemia con hipercolesterolemia.
Cetosis.

Biopsia hepática.- Sobrecarga de
glucógeno. Fosforilasa disminuida casi completamente.
(1,2).

5.7 Glucogenosis tipo VII (Enfermedad de
Tauri):

Esta glucogenosis aparece como consecuencia de la
deficiencia de fosfofructoquinasa-1 y es la más rara de
todas. La enzima del hígado es normal pero la de los
eritrocitos muestra un 50% de la actividad normal. La
sintomatología es similar aunque más grave que la
de la enfermedad de McArdle, apareciendo también anemia
hemolítica. (3,4)

5.8 Glucogenosis tipo IX:

Esta es la única enfermedad en la que existe
deficiencia, en lugar de incremento de glucógeno. A pesar
de que la actividad sintasa es muy baja en estos individuos, la
deficiencia podría no residir en la propia sintasa.
(3,4).

5.8.1 Datos de laboratorio:

Bioquímica hemática.- Elevación de
la glucemia por glucagon

Biopsia de hígado.- Deficiencia de
fosforilasa-quinasa. (1)

RESUMEN DE GLUCOGENOSIS

TIPO

ENZIMA DEFECTUOSA

ÓRGANO AFECTADO

GLUCÓGENO

I

Glucosa-6-fosfatasa

Hígado y
Riñón

*Cantidad elevada

*Estructura normal

II

Alfa-glucosidasa
lisosómica

Todos los
órganos

*Muy incrementado

*Estructura normal

III

Enzima desramificante

Músculo e
Hígado

*Cantidad elevada

*Ramificaciones cortas

IV

Enzima ramificante

Hígado y Bazo

*Cantidad normal

*Pocas ramificaciones

V

Fosforilasa

Músculo

*Cantidad incrementada

*Estructura normal

VI

Fosforilasa

Hígado

*Cantidad incrementada

VII

Fosfofructoquinasa

Músculo

*Cantidad incrementada

*Estructura normal

VIII

Fosforilasa b quinasa

Hígado

*Cantidad incrementada

*Estructura normal

IX

Glucógeno
Sintasa

Hígado

*Cantidad disminuida

 

(4) González de Buitrago , J.M., Arilla Ferreiro,
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Bioquímica Clínica".
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EDUARDO RIVADENEYRA DOMÍNGUEZ

Partes: 1, 2
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